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SOCIEDAD

24 de febrero de 2022

La importancia fundamental de tener +0pensamientos positivos

Por Antonio Las Heras.- (Especial Patagonia Rebelde).- A comienzos de la década de los ochenta del siglo XX fuimos unos cuántos quienes comenzamos a señalar la importancia que tienen los pensamientos positivos para desarrollar una vida sana en los tres aspectos que requiere la persona humana: lo biológico, lo psíquico y lo social.

A comienzos de la década de los ochenta del siglo XX fuimos unos cuántos quienes comenzamos a señalar la importancia que tienen los pensamientos positivos para desarrollar una vida sana en los tres aspectos que requiere la persona humana: lo biológico, lo psíquico y lo social. Si bien quienes concurrían a nuestros cursos, talleres, jornadas y conferencias o leían los artículos y libros que publicábamos se interesaron enseguida por tales ejercitaciones, hay que recordar que recibimos muchas críticas, sobre todo del campo académico y universitario. Digamos, “de los profesionales.” Hubo mucha resistencia para aceptar que según sean los pensamientos que uno alberga así habrá de acontecer su vida cotidiana. Pero, las evidencias – una vez más – se impusieron. Hoy tenemos certeza de cuán importante es enfrentar las dificultades, adversidades e imprevistos valiéndonos del pensamiento positivo. Pero, antes de seguir, dejemos bien en claro que “pensamiento positivo” no es dejar transcurrir los acontecimientos mientras se dice “ya las cosas pasarán”, “yo sé que todo será para bien” o frases por el estilo. Todo lo contrario, se trata de una actitud racional y comprometida. En nada asociada a conductas mágicas. Utilizar el pensamiento racional reflexivo, deducir, analizar los diferentes aspectos de un asunto; eso es pensamiento positivo. Positivo y creativo, pues da lugar a nuevos hallazgos que hacen al bienestar personal. Tener en claro que por más negativa que sea una situación ha de tener un aspecto positivo para aprovechar. Pero, claro, sólo la persona que pone en práctica su inteligencia sabrá encontrar ese lado favorable y usarlo en su provecho.

El pensamiento positivo disuelve las conductas emocionales e impulsivas de las cuales – por lo usual – tenemos que arrepentirnos. “Si lo hubiera pensado antes de hacerlo”, hemos escuchado lamentarse tantas veces. Nuestros padres y abuelos, en su sabiduría, nos enseñaron que las decisiones se toman “con la cabeza fría” queriendo – con eso – manifestar que no nos dejásemos llevar por enojos, rabietas y emotividades.  

La práctica del pensamiento positivo implica ser capaz de preguntarse: “¿Cómo podrá hacerse esto de otra forma?” “¿A quién puedo recurrir por ayuda que, realmente, tenga experticia en esto?” “¿Cuáles es el proceso que debo realizar para conseguir lo que me propongo?” Aplicar el pensamiento lógico suele ser el sendero para resolver muchas dificultades que nos habían estado produciendo ansiedad, angustia, frustración y, hasta, actitudes depresivas.

Racionalidad con creatividad y la dosis necesaria de intuición conforman los ejes del pensamiento positivo.

La práctica de esta forma para enfrentar la vida otorga serenidad, confianza en uno mismo, evita la dispersión mental, disuelve el nerviosismo, propende a una toma adecuada de decisiones, soslaya la angustia y evita la ansiedad. De manera tal que brinda grandes beneficios para vivir en franca armonía con lo cual hasta mejoramos los mecanismos de defensa contra las enfermedades que, como ha comprobado la Medicina, son en su mayoría – sino todas – psicosomáticas. Dicho de otro modo: “el cuerpo es el campo de batalla de la mente.”

A continuación unas pocas constataciones dadas en este Siglo XXI sobre la importancia del pensamiento positivo para una vida biopsicosocial sana.

En 2007 la prestigiosa revista francesa Le Nouvel Observateur dedicó su tapa al psicólogo David Servan Schreiber quien aseguró que las enfermedades pueden curarse apelando a la psiquis de las personas. “Es sólo cuestión de dominar la mente”, expresó en la entrevista.

“El cerebro puede cultivarse a través del sostén de una actividad mental intensa durante toda la vida. Las conexiones y redes neuronales se estimulan con la actividad mental … fundamentalmente aquello que implica creatividad, estrategias, imaginación… la lectura, el fomento de vínculos y hasta el amor recibido cambian físicamente nuestro cerebro”, explicaban en 2009 en el diario La Nación (Buenos Aires) Griselda Russo y Jorge Campos, entonces médicos del Servicio de Neurología Cognitiva, Neuropsiquiatría y Neuropsicología del Instituto Fleni.

En una edición del The New York Times de 2009 se entrevista a varios profesionales especializados en la conducta humana. “Si no quiere que suceda, ni lo piense”, es la síntesis del artículo. “El hecho de que venga a nuestra mente lo peor, en ciertas circunstancias, puede incrementar las posibilidades de que pase”, señala Daniel M. Wegner, psicólogo de la Universidad de Harvard.

“Sabemos que lo que está en nuestras mentes puede influir en nuestros juicios y comportamientos simplemente por estar ahí, flotando en la superficie de la consciencia”, señala el psicólogo Jamie Arndt, de la Universidad de Missouri.

Algo tan anhelado como es el sentimiento de felicidad resulta ser accesible a través del ejercicio del pensamiento positivo, pues tengo que tener en claro – lo que resulta producto de un análisis racional – sobre qué cosas me provocan bienestar, cuáles malestar, cuáles me permiten felicidad y cuáles no. Lo explicó bien el Dr. Patch Adams durante las sesiones del Human Capital Forum 2013: “No necesitamos ser dueños de algo para ser felices. Todo es consecuencia de una decisión. Es decirse a una mismo `voy a amar la vida`. No espero, podría o debería. Se trata de una intención. Y cuando uno está comprometido con esa intención, cuando ama la vida cada segundo, todo funciona.”

En 2014 el diario Clarín (Buenos Aires) dedica dos páginas con explicaciones de expertos sobre el hecho de que “vivir preocupado hace mal: prueban que triplica el riesgo de infarto.” Y, ¿qué es preocuparse?, interrogamos nosotros. Pues bien, no es otra cosa que pensamiento negativo. Pre-ocuparse es “ocuparse antes de tiempo”, con antelación; sin ponerse manos a la obra para encontrar la solución requerida. Pero, claro, eso ya es “pensamiento positivo.” Las preocupaciones  – que son efectos de utilizar mal el pensamiento – afectan la relación biopsicosocial de la persona, favoreciendo diferente tipo de malestares. No sólo orgánicos sino también sociales puesto que la persona preocupada tiende a considerar todo negativo y la gente se va alejando de ella.

En ese mismo 2014, Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular, explicaba: “Todo lo que pensamos y cómo pensamos, altera al cerebro.”

Como lo explica la psicóloga Andrea Ricagno, cuando se ocupaba de ejercitar a los jugadores de Racing Club: “El cerebro tiene la capacidad de plasticidad, es entrenable. Cuánto más entrenamiento acumula, mayor rendimiento puede obtener.” Así también lo había dejado en claro – en 2009 – el psicólogo Louis Falik (experto en la teoría de la modificabilidad cognitiva) quien sentenció: “Ahora lo sabemos: el cerebro cambia si ejercitamos nuestra inteligencia. Probablemente sea el más plástico de todos nuestros órganos.”

De todo esto se desprende, de manera concreta y precisa, algo que ya – hace no menos de 2.500 años – afirmaron las escuelas de sabiduría (también llamadas iniciáticas) egipcias, griegas y romanas: lo que uno piensa termina concretándose. Ud. piensa “no podré” y – no lo dude – jamás podrá, pues con esa directiva está entrenando (programando) a su cerebro.

Imposible finalizar si recordar la frase con la cual se inicia ese antiquísimo libro titulado “Kybalion” que lleva la firma enigmática de “Tres Iniciados.” Afirma: “El Universo es mental.”

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magister en Psicoanálisis, parapsicólogo, filósofo y escritor. e mail: [email protected]

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