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Esta mañana, cuatro horas después del último sismo que se sintió aquí, en Amatrice, el presidente italiano Sergio Mattarella sobrevoló en helicóptero los restos del pueblo que destrozó el terremoto del miércoles y aterrizó en el helipuerto.

Acomapañado por el intendente de Amatrice, Sergio Pirozzi, Mattarella se acercó hasta la Iglesia de San Agustín, un edifico románico gótico del siglo XVIII cuyo campanario está resquebrajado y herido de muerte, y luego visitó a los sobrevivientes que están alojados en los dos campamentos -donde duermen 220 y 238 personas- que montó la Protección Civil en un gimnasio y en un campo de deportes.

“No los dejaremos solos”, dijo el presidente. “No será fácil pero con la ayuda del Estado y de las fuerzas públicas que se han reunido aquí, nos pondremos en marcha para reconstruir las zonas destruidas”, le dijo Mattarella al intendente Pirozzi.

“El presidente tiene una oportunidad únca -dijo Pirozzi a Clarín- y es la oportunidad de pasar a la historia como el presidente italiano que en el menor tiempo posible organizó las tareas de recuperación y reconstrucción de Amatrice.”

Cuando el jefe de Estado italiano salía de uno de los campamentos y mientras una joven sufría una ataque de pánico en medio de la escolta de seguridad presidencial, Pasquala Cursi, de 82, se atrevió a pararlo: “Mire, yo tenía un hijo policía que murió hace seis años y ahora esto, perdí todo en el terremoto. No doy más”, le dijo Pasquala a Mattarella. El presidente la abrazó y en voz baja le dijo: “Tenga paciencia, no se dé por vencida”.

Mattarella felicitó a los bomberos y a los voluntarios y antes de despedirse les dijo: “Gracias por lo que están haciendo”.

El presidente siguió viaje a Ascoli Piceno, otro de los pueblos destruidos por el terremoto, donde se celebró un funeral solemne de estado por las víctimas del terremoto. Italia decretó para hoy un día de luto nacional.