10 de mayo de 2011
Paul McCartney: "Puedo hacer lo que quiera"

El ex Beatle habla sobre drogas, canciones de amor y de los "errores" de la película sobre John Lennon "Nowhere Boy". También de sus preocupaciones actuales, como ir a buscar a su hija al colegio o comprar clavos. McCartney se esfuerza por ser un hombre normal.
por David Jenkins, Daily Telegraph
En una caja de cristal sobre el escritorio de la oficina de Sir Paul McCartney (68) hay unas gafas que pertenecieron al pintor surrealista René Magritte. Un regalo de su fallecida esposa, Linda, quien los compró en una venta organizada por la viuda de Magritte, Georgette. Hoy están protegidos porque, según cuenta él mismo músico, "Una vez me las arreglé para romperlos al jugar con ellos. Y pensé, '¡no debería estar rompiendo los anteojos de Magritte!"'.
La leyenda de rock adora a Magritte y la sola idea del pintor le trae a la memoria el apogeo sicodélico de los Fab Four: "Era la cosa más cool", dice McCartney con ese acento de Liverpool que todavía es evidente en su voz, aquella que mezcla jovialidad con una dureza de acero. "Sí -continúa- yo diría que fue el mejor momento conceptual de los sesenta".
El pintor dejaría una huella en la banda a fines de esa década. "Estaba en el jardín de mi casa de Londres haciendo un pequeño filme para Mary Hopkin. Y Robert (Fraser, el dealer de arte de moda de la época) apareció. El sabía que me gustaba Magritte y había encontrado esta pequeña pintura excepcional. Se dio cuenta de que yo estaba ocupado, así que en vez de balbucear: 'Oh, oh, eh, eh eh, tengo este cuadro', se fue".
Cuando volvió a la casa estaba allí, apoyado en la mesa: era el Magritte de una manzana gigante con las palabras "au revoir". Desde ese instante la imagen sería parte de la imaginería Beatle, como símbolo de su sello discográfico Apple.
"Todavía siento algo especial cuando recuerdo ese momento", dice.
Ese pasaje también retrata al rockero. Por un lado está ese McCartney hipster que se junta con dealers de arte de vanguardia y compra, como si nada, una de las pinturas más geniales del mercado. Y por otra, está el McCartney que es capaz de contratar a una de las cantantes más edulcorante de todos los tiempos, Mary Hopkin.
Como apunta otra leyenda del rock (que prefiere permanecer en el anonimato): "Él se mueve en el límite de lo cool y el mal gusto. Su obra entera es extraordinaria, siempre que destaques sus creaciones más excepcionales. El problema es que él no sabe reconocer sus mejores expresiones: no es bueno en la autoedición".
En efecto: un poco más avanzada la conversación McCartney apunta a que cuando empieza a tocar "Ob-La-Di, Ob-La-Da" en sus (siempre agotados) conciertos "la gente parece disfrutar de un momento de goce". "¡Ob-La-Di!" ¿En serio este hombre destaca esa parte de sus shows?
UN TIPO MÁS. En el día de esta entrevista, la estrella británica maneja por la ruta que lo lleva a su finca de 1.500 hectáreas en East Sussex. Antes estaba en su estudio "escribiendo algo de música para orquesta, algo que me encanta pues es como hacer un crucigrama musical. Es un hobby, no es trabajo. Casi lo asumo como un día libre", cuenta.
¿Y quién no se tomaría un día libre cuando se dice que tiene 783 millones de dólares y casas en St John's Wood (exclusivo bario de Londres), Los Angeles, Long Island, Manhattan y -naturalmente- en Mull of Kintyre (Escocia)?
Pero McCartney es decididamente "normal", como lo probó antes de salir de tour al revelar por una radio que periódicamente sale a la tienda B&Q para comprar clavos. Una cotidianidad lejana a su estatus de megaestrella que también demuestra en detalles, como cuando cuenta que su mente está en cumplir con "ir al colegio a buscar a mi hija Beatrice (7)", pequeña nacida en su polémico matrimonio con la activista y ex modelo Heather Mills. En la actualidad, el artista está en una relación con la heredera estadounidense Nancy Shevell, una antigua amiga que se convirtió en su novia hace cuatro años.
¿Cómo está su vida amorosa en este momento? ¿Bien? Se ríe y responde: "Sí, gracias". "¿Qué tal la tuya?", contrapregunta con una burla en su voz.
Su vida personal no es un tema anecdótico, su pelea por Beatrice también marca su panorama profesional.
Su "situación en la custodia" es, según me dice, la razón por la que estamos equivocados al sugerir que él es ahora como Bob Dylan, aparentemente dedicado a una gira interminable. "Yo no trabajo cuando tengo la niña a mi cargo. En realidad estoy en tour la mitad del tiempo. Así que cuando realizo una gira, los conciertos son elecciones importantes: Hyde Park o el festival de la Isle of Wight, Coachella", explica.
EN EL CAMINO. Esa imagen de estar en la ruta eternamente pasa, según él, "porque cuando estoy de gira es algo muy notorio y la gente dice: 'Dios, estás tan ocupado'. Pero, en realidad, no es así. Comparado a como era con The Beatles, esto es como holgazanear y hacer la cimarra en el colegio".
The Beatles, por supuesto, tocaban y tocaban en Liverpool y Hamburgo antes de alcanzar lo que John Lennon siempre les instó a luchar: la cima del pop. De hecho, para 1964 habían actuado en vivo, probablemente, 1.200 veces y el escritor de "Tipping Point: How Little Things Make a Big Difference", Malcolm Gladwell, utilizó ese vasto período de ensayo para reforzar su tesis de que el éxito depende de practicar por 10.000 horas para lograr una meta.
"Leí eso y pensé que probablemente era cierto. ¿Cómo se llega a Carnegie Hall? Practicando, practicando y practicando. Pero, por supuesto, hubo otros grupos en Hamburgo que tocaban la misma cantidad de horas y no lo lograron", reflexiona McCartney.
"Creo que hay que tener un tremendo talento para llegar y hacer lo que los Beatles hicieron. Puedo afirmarlo porque éramos cuatro en el grupo".
-¡Sin duda puede decir eso con ese catálogo!
"Lo sé!", ríe. "Ni yo lo puedo creer. Es un placer elegir una lista de temas para un concierto. 'Vamos a hacer este tema' o 'Nunca he tocado ésta', piensas".
Una preparación para salir a un escenario muy distinta a los días de la Beatlemanía, cuando ni la banda ni el público podía escuchar nada más que gritos y el sonido de la ropa interior de las chicas cayendo a los pies del conjunto. Ahora McCartney puede saborear cada sonido, como el del concierto que dio ante 20 mil mexicanos, como relata "prendiendo sus encendedores al momento de interpretar el coro de 'Every Night'".
"Ese click de los encendedores fue hermoso", dice. "Así que en esa parte del tema simplemente dejé de tocar para disfrutar cómo el público mantenía el ritmo. Nos quedamos alucinados. Al llegar a una audiencia tan hip -y también cuando no es tan sofisticada- la retroalimentación y esa calidez es excepcional".
"Y mi público ahora, curiosamente, es este grupo multigeneracional que nunca esperé tener: gente mayor que yo -si es que eso es posible, bromea-, personas de mi época y otras que tienen la edad de mis hijos y otros mucho menores. Normalmente hay cerca de cuatro generaciones en la audiencia. Me parece muy emotivo. ¡Increíble!".
DE AMOR Y DE ZOMBIES. Pero el artista no se repliega a los éxitos que llevan su apellido o el nombre de la banda. Ha demostrado que siempre tiene hambre por explorar otros caminos artísticos, incluso, asumiendo alter egos. Una iniciativa que cultiva desde los sesenta. "La idea de nosotros fingiendo ser otra agrupación -Sgt. Pepper Lonely Hearts Club Band- fue una estrategia para liberarnos de las limitaciones de ser un Beatle famoso. Fingir ser otra persona, como si fueras un personaje en una obra teatral. Fue muy liberador".
Desde entonces se ha autobautizado como Percy Thrillington, para lanzar una versión big band de "Ram", uno de sus álbumes con Wings, y en tres ocasiones se hizo llamar The Fireman (El Bombero), un personaje que ha asumido cuando, en colaboración con el productor Youth, grabó música más vanguardista.
"La idea es que puedo hacer lo que quiera. Y (al inicio de los noventa) los discos en que era Fireman eran básicamente álbumes dance: ya sabes, llenos de grooves. Los jóvenes me decían que saliera y fuera un DJ. En el último disco, "Electric Arguments" (2008), me pidieron que hiciera voces. Allí les dije: 'Bueno, no hay palabras, no hay canción'. Así que me lancé y las letras empezaron a aparecer".
Pero, incluso, para McCartney puede haber dificultades con las palabras. Después del atentado a las Torres Gemelas escribió "Freedom" (Libertad) y la interpretó en el concierto de Nueva York que organizó en el Madison Square Garden.
El coro de ese tema dice "Lucha por el derecho/de vivir en libertad", frase que él disfrutaba y el público celebraba, especialmente en Estados Unidos. "Pero creo que se tergiversó y se convirtió en algo un poco militarista. Mi intención iba en el espíritu de 'We Shall Overcome', ya saben: luchar en el sentido de los derechos civiles. No significa 'Sal y ataca". Una lástima. Por eso no la canté de nuevo".
"Ese es un problema. Porque cuando escribo, tomo las cosas con una visión bastante amplia, incluso, cuando se trata de las canciones de amor. Pero la gente dice: '¿Sobre quién es ese tema?'Y puede ser sobre el espíritu del amor, la idea, el sueño de amor, más que indicar una persona específica. Algunas de las primeras canciones estaban dedicadas a Linda, pero no conozco a nadie llamado Michelle, pero escribí 'para ella'".
Hay, por supuesto, otras influencias más exóticas en su trabajo: marihuana y el LSD. ¿Cuán relevante fueron? "Umm, probablemente muy importantes. Era una cosa de desarrollo. Es difícil de explicar. Creo que la respuesta es que, sin duda, (esas sustancias) nos permitieron expandirnos, (creativamente) más desde "Rubber Soul" en adelante. Pero hoy tengo un problema con el tema -ahora que las cosas están un poco fuera de control- y no deseo aparecer defendiéndolas. Porque también hicimos un trabajo bastante bueno antes de esa etapa. No es un requisito".
Lo que sí es un requisito a esta altura de la conversación es partir al colegio a buscar a su hija: "Estoy atrasado en unos minutos", dice. "Y no puedo permitirme eso". Habla como una de sus tías o, al menos, como Mimi, la estricta tía de John Lennon, en la película de Sam Taylor-Wood, "Nowhere Boy", que narra la vida pre-Hamburgo de Lennon y, por extensión, de la de McCartney.
Es otra obra asociada a la enorme industria construida sobre los cimientos de The Beatles y hay más en camino: una versión 3D de "Yellow Submarine" y una película que se llama "Paul is Undead", que -como dicen sus productores- "reimagina la historia de The Beatles" con John, Paul, George y Ringo como zombies, "perseguidos por el mayor cazador de zombies de Inglaterra: Mick Jagger".
-¿Cuán aburrido está con toda la arqueología de The Beatles? ¿Le gustó "Nowhere Boy"?
"No la he visto, pero me dicen que aparezco bien en ella. ¿Sabes lo que me molesta un poco? ¡Mi personaje, mi actor, es más chico que John!", se ríe. "¡Y eso no me gusta! Soy del mismo porte que John, por favor. ¡Pongan a John en un hoyo o a mí en plataformas!".
Fuente: David Jenkins, Daily Telegraph / El Mercurio (Chile) /AGPDavid Jenkinpor David Jenkins, Daily Telegraphs, Daily Telegraph.vid Jenkins, Daily Telegraph.
por David Jenkins, Daily Telegraph.
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