«Primero hay que saber sufrir». Un cuento de Hugo Goldin
¡Empezó el partido! ¿Empezó?
Me despierto como loco creyendo que me quedé dormido. Miro el celular. Cuatro de la mañana. Cuento con los dedos hasta las doce del mediodía. Faltan ocho horas. Salto de la cama. Me tropiezo con un zapato, casi me caigo. Voy, en el mayor silencio posible, al comedor.